jueves, 14 de enero de 2010

La fabulosa historia de los Montilla-Martínez

La fabulosa historia de los Montilla-Martínez se remonta a la década de los 90. De ellos podemos decir que son pareja, casi con toda probabilidad heterosexual, o al menos lo aparentan. Ambos trabajan, incluso es posible que uno de ellos sea funcionario. Estan en la treintena y residen en una capital de provincia secundaria, en la que tienen un pisito en propiedad con una hipoteca a 15 años de digamos 9.000.000 de pesetas, por la que pagan 65.000 pesetas, un cochecito utilitario, un churumbel y mucha ilusión.

Pues bien, en esta historia los Montilla-Martínez un buen día allá por el 95, descubrieron, como por arte de magia, que en este país "hasta el más tonto hace relojes de madera" y que su aspiración vital era, lo cual es muy loable, pasar de ser una familia de clase media muy media a ser una familia acomodada. Porque claro, tener un Seat Córdoba y un piso de 80 m2 está bien y es muy digno, ¿pero y lo que mola tener un Mercedes y un Chalet con piscina?.

En otros tiempos, quizá, la vía para conseguir esos sueños hubiese sido el trabajo de toda una vida o el arriesgar creando un negocio familiar. Pero claro, eso eran cosas de otro tiempo, a muy largo plazo, y con lo corta que es la vida ... total que los Montilla-Martínez no sólo aspiran a llegar “arriba” sino que tienen prisa por llegar. La cuestión es que aquella época tuvo principalmente 2 grandes aliados para conseguir esos sueños: la bolsa y la vivienda en base a un dinero mucho más barato que en el lustro anterior, del 7% al 3,5%, y en ese momento ni tan siquiera se podía considerar especulación, sino más bien, acceso a una segunda vivienda.

Con la bolsa, la historia no tuvo mucho misterio durante el periodo de crecimiento de la segunda parte de los 90, del 96 al 99, gracias a la privatización de muchas compañías públicas y a la bondad del ciclo económico, se hizo bastante dinero y mucho de ese dinero se hizo desde los ahorros del pequeño inversor. Así que una familia como los Montilla-Martínez consiguieron “como por arte de magia” rentabilidades de entre el 20 y  30% anuales, aparentemente sin ningún riesgo porque “España iba bien!”

En cuando a la vivienda, los Montilla-Martínez, con los ahorrillos propios y las ganancias de la bolsa descubrieron que quizá todavía no podían aspirar al chalet pero sí al mercado inmobiliario de las playas y a las segundas residencias, que eran un paso más en su camino. La playa en los 90, no era ni de broma la misma que hace 2 años, la inmensa mayoría de la costa española en los 90 era bastante accesible, salvo los puntos "selectos", pero un pisito en la playa costaba generalmente menos que uno en la ciudad y por entre 5 y 10 millones de pesetas, se podía cumplir el primer sueño dorado de "tener una segunda residencia con vistas al mar".

Y eso hicieron no sólo los Montilla-Martínez sino muchos españoles en la segunda mitad de los noventa, adquirir una segunda residencia, porque "españa iba bien!", porque estábamos en un ciclo alcista, había dinero, y las casas estaban “baratas”. Muchas de ellas incluso se pagaron "a tocateja", en contante y sonante, con alegría.

Así con su casa de playa, su casa de ciudad, su coche y su niño, los Montilla-Martínez, siguieron su trabajo de ser “hormiguitas”, que todavía quedaba dar el gran salto. Así un buen día, tras superar el bache del arranque del 2000 y el 2001, llegararon "los brotes verdes" en el  2002 y la recuperación en 2003. Que desde luego menudo susto se dio el señor Montilla cuando vio que las acciones de Terra se iban a pique, ¿cómo pudo ser?, si llegaron a los 150 euros. Menos mal que vendió en stop-loss, sino hubiese sido un desastre. Pues en el 2003, y a pesar del susto del hi-tech, muchas familias Montilla-Martínez habían aparecido en España, y todas con un patrón similar, necesitaban casa en la playa, casa en la ciudad, chalets, en fin, esas cosas.

Pero no había obra nueva para todos y el mercado de segunda mano fue de los primeros en cambiar de “mano”. De esa forma un día los Montilla-Martínez se encuentran que por su casa de la playa de 60m2, comprada a 900 euros el metro, le ofrecen, ¡aibalahostia!, 1600 euros el metro, ¡toma ya pelotazo! ( la revalorización media de la vivienda desde 1996 a 2003 fue del 55% ).

El negocio pues, estaba claro, y así se lo plantearon una noche cenando el uno al otro, ¿y si vendemos la de la playa y la de la ciudad y nos compramos el chalet? Ni media palabra más, así largaron su casa de la playa, comprada en 9.000.000 por 16.000.000, y la de la ciudad, comprada en 12.000.000 por 20.000.000, que había demanda y el que no corre vuela.

Nada los podía parar, tenían 36.000.000 de pesetas en el banco, así que estaba claro podían pedir otra hipoteca de 10.000.000, como la que tenían antes, y comprarse el chalet adosado y el Mercedes E300, que aunque tenía los faros feos … era un mercedes y los S estaban muy caros.  Pues no se hable más. Fíjate que chollo, chalet y Mercedes y todo por una hipoteca de 60.000 euros, con el Euribor al 2,5%

Pero claro, los Montilla-Martinez una vez tuvieron el chalet, a costa de vender su propiedad de la playa, y su propiedad de la ciudad, ¿cómo no iban a volver a tener casa de la playa otra vez? Pero, ¡alarma!, uno de los dos, se dió cuenta y le dijo al otro: "no nos queda parné para pagar la nueva casa de la playa." Y el otro fulanito le dijo: no pasa nada, el banco nos lo presta, si total sólo tenemos 60.000 euros de hipoteca, están dándo mucho más dinero a gente que está peor que nosotros, trabajamos los 2, los intereses están bajos, y ganamos "bien".

Pues allí fueron los Montilla-Martinez al banco, a por su nueva hipoteca de la casa de la playa. Y se la dieron, obviamente, porque no era "tanto", pongamos 120.000 euros y porque eran solventes económicamente. Así que ya tenían casa de la playa nueva, ¿ves que fácil?. Y sólo una hipoteca de 180.000 euros, que total, a 25 años, eran 800 euros al mes, no llegaba ni a la mitad del sueldo de uno de los dos.

Y así llegó 2004, y la cuestión es que los Montilla-Martinez, querían un Mercedes S320 porque el clase E les convencía pero no, y un amigo suyo, le comentó que los traían de alemania "a muy buen precio". Pero claro, para eso necesitaban más parné, porque no eran plan de pulirse el plan de ahorro, ni el de pensiones, en el que religiosamente depositaban 200 euros al mes por plan, para "cuando fuesen viejos".

No obstante, ya tenían dos hipotecas, que no era "baratas", porque además el Euribor había subido y no era plan de ir a pedir dinero al banco, y la bolsa aunque seguía dando, no era el momento de "salirse". Fue entonces cuando en una mariscada a base de gamba roja y langosta, los Montilla-Martinez, ya cuarentones, se juntan con sus mejores amigos los "Gutierrez-Cava", que como ellos, empezaron en los 90, y ya tienen chalet, Mercedes, pero el suyo sí es S, y casa en la playa.

Y en la cena, entre el cracks cracks del partir la langosta, le comenta Gutierrez a Montilla que ha visto el negocio en "ir a los pases". Montilla alarmado le pregunta: ¿¿Los pases??. ¿De qué va?. Pues mira, es muy sencillo, ahora como estamos en pleno boom de la construcción, hay mucha obra nueva, total que el negocio está en dar una entrada sobre plano para un conjunto de viviendas en nueva construcción, y antes de formalizar nada, traspasar la obligación de compra a otro, por más valor del original. Montilla, que no cree en los panes y los peces, pregunta: ¿Pero eso es seguro?. Y Gutierrez que es perro viejo, le guiña un ojo, y le garantiza palabrita del niño Jesús, que es tal la demanda, que comprando hoy unas cuantas y vendiendo en 3 meses, puede sacar para pagarse el clase S. Él se lo arregla todo. Esa Nochevieja sin duda hubo demasiadas cenas de Montillas y de Gutiérrez.

Y efectivamente, los Montilla-Martínez vuelven a triunfar, porque en la España de 2004-2005, la España en el “principio del fin”, los perros se atan con longaniza, la gente gana miles de euros, seas albañil o cirujano, en navidad comes jamón pata negra y hasta el más paleto te habla de vinos del Priorato. Así que ya tienen su Mercedes S320.

Sin embargo, si algo caracterizó a los Montilla-Martínez y a su generación, fue la ambición. 2 casas, 2 coches, el utilitario siempre hace falta, el adolescente en un buen instituto privado, los ahorros del banco creciendo.  ¿Qué más podían pedir?

¿Por pedir? Pues viajar a República Dominicana y un crucero por el Mediterraneo y vestir de Pedro del Hierro, y bolsos y zapatos de Gucci y de Prada …

En definitiva los Montilla-Martínez son los reyes del mambo, viven a tutiplén, con sus 4.500 euros de ingresos mensuales, más extras y bonus aparte, que una vez limpios de polvo y paja, pagadas hipotecas y gastos corrientes, les dejan más de 3.000 para vivir holgadamente. Las inversiones va viento en popa, los ahorros en el banco crecen y la hipoteca del chalet la han liquidado gracias a una buena jugada del “asesor”, porque ahora necesitan uno, que si no sale mucho a pagar a Hacienda.

Pero no todo pueden ser cruceros y gambas, hace falta algo, algo verdaderamente grande, porque el chalet de la ciudad, no es tan chalet como parecía en una España pagada de sí misma, es un adosado y no tiene piscina, y el sueño, tiene que ser completo. Ellos lo que quieren son 1000 metros de terreno y un chalet y una piscina, una casa de señores, de verdad y que en la entrada ponga Villa Montilla-Martínez.

Así que a final de 2006, no hay problema, se vende el chalet de la ciudad, en digamos 260.000 euros, y se compra un verdadero chalet en las afueras, a 10km de la ciudad, por 500.000 euros y con terreno suficiente para hacer una piscina.

Y así, los Montilla-Martínez, que no son uno, sino son legión, han conseguido su sueño a la temprana edad de 45 años. Son “propietarios” de un chalet con piscina, un mercedes clase S, una casa en la playa, viajan en barco y en avión y visten con lo más selecto del Gran Almacén Español.  La única sombra oscura en el horizonte es que deben 350.000 euros al banco, y que en la nueva moda inversora, la "inversión en latinoamérica", quizá hayan arriesgado demasiado, pero es que lo de invertir en Panamá y en Dominicana .. pintaba tan bien.

Sin embargo, las sombras oscuras se tornan nubarrones, y lamentablemente la primera mala noticia es cuando Montilla le dice a Martínez, ya en 2007, que van a tener que recortarse un poco, que el Euribor está subiendo mucho, que las hipotecas han pasado de 1.500 a 2.000 euros en la última revisión, y que la bolsa, no va tan bien como otros años, que el “asesor” no espera más de un 7% de rentabilidad, y que la inversión en Panamá y en Dominicana "está apalancada", aunque no termina de tener muy claro ese concepto.

La segunda mala noticia llega en Junio de 2008. Han despedido a Montilla en un ERE de su compañía de telecomunicaciones. Todo lo que le queda son 60.000 euros de indemnización tras más de 15 años trabajando en ella.

Las cosas pintan mal, no tiene terminada la carrera, porque en su momento no le hizo falta, y la recolocación en el sector está complicada, los puestos de gerencia están siendo ocupados por chavales de 30 años que piden bastante menos de lo que él cobraba y son mucho más manejables, además de que llegan a darlo todo por la empresa.

Montilla no obstante es hábil, rápidamente renegocia la deuda con su banco, cancela 60.000 euros de hipoteca, alarga el plazo a 35 años, pide todas las vinculaciones posibles, habla con su amigo el asesor, y consiguen un diferencial marginal del 0,45% tal y como están las cosas. En resumen, tiene que pagar todos los meses 1.400 euros de hipoteca.

Montilla está bastante más jodido de lo que aparenta, pero sabrá salir adelante. Su mujer tiene un sueldo de funcionaria de 2.250 euros, él cobra de paro 1.206 euros. Tienen 2.000 euros al mes para vivir, una vez pagadas hipotecas.

Los Montilla-Martínez suspiran temporalmente aliviados, aunque se habrán acabado los bolsos de Padra y de Gucci, los viajes a Dominicana, el invertir en la Bolsa, el seguro privado, aunque el clase S se quede en el garaje y sólo cojan el Ibiza, al menos tienen para  comer, mientras Montilla busca otro trabajo.

No obstante, el tiempo sigue pasando, ha pasado más de un año y Montilla, mientras que busca trabajo se replantea que quizá pueda vender el chalet en 300.000, a un conocido que está enamorado de su casa, liquidar la deuda con el banco poniendo 30.000 de su bolsillo y quitarse también así la hipoteca de la playa, ¿a las malas se puede vivir en la playa? ¿no?. Y si recupera la inversión de Panamá comprarse un piso de 3 dormitorios en las afueras, que ahora con la crisis están en 120.000, eso le permitiría respirar aliviado, con una hipoteca de 400 euros.

Así termina la fabulosa historia de los Montilla-Martínez, casi igualita que empezó. Otros, no han tenido tanta suerte.

miércoles, 13 de enero de 2010

El cine, las comparaciones y el Anís del Mono

Supongo que porque no nací particularmente agraciado, vamos, que soy del montón de abajo, las comparaciones siempre me han parecido odiosas. Entre otras cosas, sino la principal, porque la gente tiene la p*** costumbre de comparar Ferraris con Seat Pandas, Riberas del Duero de reserva con cosecheros de La Mancha, gambas rojas frescas con salchichas Frankfurt, Cristianos Ronaldos con digamos yo mismo ...

El hecho es que trás muchos lustros de observación, todavía no he llegado a la conclusión de si lo hacen por pura y dura hijoputez o es la más simple y llana manifestación de lo tontos que somos.

Esta reflexión viene a colación de la aparición de esta simpática tira cómica en torno a la "evolución del mundo del cine" y las posteriores y sesudas reflexiones meneadas, en las que, como no, hay que aprovechar para hacer campaña proselitista gafapastil, criticar al cine comercial, a Crepúsculo, a Avatar ..., al tiempo que se ensalzan las obvias virtudes ancestrales de Kar-Wais, Von Triers, Ki-Duks y demás fauna.

Pero claro, ya hemos vuelto a lo de siempre, si cojemos de ejempo a los 5, 6 o 7 directores más relevantes a nivel internacional fuera del mercado de Hollywood, y los comparamos con "Crepúsculo", a poco que la comparación sea objetiva ... ganan. De hecho, para ganar más fácilmente, ¿por qué no elegir directamente para la comparación verdaderas "joyas" como "Street Fighter: La Última Batalla" o "El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo"? Seguro, que con esas no pueden perder.


No obstante, en un arrebato de perversidad, ¿por qué no cometer una verdadera felonía y comparar "Crepúsculo" con las peliculas de Jeon Kyuhwan, de Jang Sun-woo, o de Samira Makhmalbaf, que hacen verdaderos y auténticos truños inaguantables, y que sin embargo van dando tumbos por festivales como si fuesen "el no va más en patinete" por el mero hecho de que algún otro director de su país o alguien de su familia haya hecho trabajos decentes? 


Noooo, eso no, que con esos ejemplos igual se cae un mito, y dejamos de pensar que todos los Iranís, Indios y Sur-Coreanos nacen con una cámara digital bajo el brazo, y podemos llegar a admitir que dentro del "cine independiente" hay mierdas como pianos.  

Pero bueno, parece que es normal en el mundo que viviemos que seamos reacios a comparar entre similares segmentos de calidad y prefiramos hacerlo con la garantía de saber que la certeza nos acompaña., y que nuestra elección, sin duda será la buena. Sin ir más lejos, a mi, mi padre me decía que era más guapo que una etiqueta de Anís del Mono.

martes, 12 de enero de 2010

La generación de los ibéricos

Últimamente ha aparecido un concepto que me ha encantado "la generación ni-ni". No sé quién inventará estas gilipolleces, pero imagino que será algún peridodista desesperado y necesitado de un buen titular con el que no convertirse en uno más de la generación que acaba de etiquetar.

No obstante, yo personalmente más que la generación "Ni-Ni", prefiero verlos como la generación  de los ibéricos, más concretamente, la generación de aquellos que han comido bocatas de ibéricos, en vez de bocatas de mortadela, porque no nos engañemos, lo que echan las madres y padres en el bocadillo de sus hijos dice mucho de un país.

Cuando yo era niño, allá por los 80, los bocadillos se comían, a saber y básicamente, de 3 cosas: margarina con azucar, mortadela o chorizo revilla si tu familia era de las pudientes. Luego llegó un día, en la segunda mitad de los 90, donde la margarina, el azucar y la mortadela, se permutaron por arte de la bonanza económica  en chorizo ibérico, salchichón ibérico, sobrasada ibérica, paté ibérico ... no sé si en un ataque de nacionalismo centralista, o si en un ataque de estupidez supina.

Pero el hecho es que desde esa fecha la muchachada se fue acomodando al comer ibéricos. En definitiva nos criaron comos los cerditos negros en la dehesa, sin obligaciones, todo el día comiendo ( algunos fumando ) bellota, trotando alegres y sin más preocupaciones que engordar y la autosatisfacción: estudiar hasta los 25 o hasta los 30, que es muy importante formarse, trabajar poco que "el trabajo te descentra de los estudios", viajar mucho, "que es muy importante conocer otras culturas", y mucho ocio, que "hay que despejar la mente del estudio".

Además por supuesto, todo esto alentado por unos padres que no pudieron tener todo lo que quisieron, y se empeñaron profundamente en que a sus hijos no les faltase de nada, ni jamón ibérico tampoco. Unos padres que desde que los niños eran pequeñitos, quisieron que fuesen "lo más", "más que ellos", "más que nadie".

Porque la historia de la generación de los ibéricos, es la historia de la "generación mejor preparada de España", de la generación que inhundó la Universidad pública, de los ingenieros, de los arquitectos, de los licenciados hasta debajo de las piedras. Es en definitiva, la generación que se iba a comer el mundo y se   ha comido una mierda.

¿Por qué? Porque ahora ha llegado la triste y cruda realidad, el frío invierno, como en el cuento de la cigarra y la hormiga. Ahora se han gastado los ibéricos, ahora vuelve el chorizo revilla y además no hay para todos.

Durante 10 años hemos crecido en una espiral de estupidez y descontrol, donde hasta el más tonto hacía relojes de madera, donde Pacos Poceros aparecían de la nada, donde Rocas colgaban cuadros en los WCs, donde comprabas una casa, sin construir, para venderla el mes que viene un 10% más cara, y por supuesto, donde comías jamón ibérico, que el chorizo revilla, ya no se llevaba.

Y por supuesto, todo el mundo pensaba, salvo algunos pocos, o todo el mundo quería pensar, que esto podría seguir otros 100 años más. Que esos lustrosos hijos criados con ibéricos, esos hijos con carrera en universidad privada y masters pagados a tocateja con dinero negro nacido de la especulación de cualquier familia de clase media, podrían seguir refoncingandose en el barrillo, con trabajos megachupis en bancos, en lujosos hoteles o en campos de golf del recopete. Y que esos lustrosos hijos, darían a su vez nietos, pequeños cerdillos a los que nuevamente cebar en la dehesa, libres de obligaciones y preocupaciones, en el país de la piruleta.

Pero qué cruel es el futuro, que en vez de adaptarse y amoldarse a los deseos de estos devotos padres, se ha adaptado, quién lo iba a decir, centímetro por centímetro al legado del pasado más reciente.

Las consecuencias todo el mundo las conoce, la solución creo que también: volver al pan con mantequilla y recordar que a los ibéricos se llegó trabajando y con mucho esfuerzo.

lunes, 11 de enero de 2010

¿Cuánto vale un L-Casei Inmunitas?

Siempre que veo noticias como esta o esta un peculiar cosquilleo me recorre la espalda. Por un momento me siento niño otra vez, me veo en la puerta de casa de mi abuela, es verano, llevo un horrendo pantalón corto y estoy mendigando cinco duros para un "polo de cocacola", de esos de hielo que te dejaban la lengua negra. Al lado veo a mi madre, dando la tabarra, diciendo que no, que eso no podía ser bueno,  que eso "era química" y dándome "veinte duros" para comprarme un helado "de verdad, uno que alimentase". Así salí, que a los 13 años tuve que ponerme a dieta.

Pero dietas al margen, juro, que como consumidor me siento igual, como si fuese gilipollas y no supiese lo que quiero y tuviese que venir mi madre en forma de "tontodeturno" a decirme lo que tengo que "consumir". Y es que sinceramente me asquea el "acoso" al que últimamente se está sometiendo "a lo barato".

¿Porque dónde está el problema de que pueda beber leche a 50 céntimos el litro o volar a Suiza por 10 euros? Elijo voluntariamente volar en ese avión, elijo voluntariamente beber esa leche, nadie me obliga, y como a mi a miles de personas. Unos seguirán comprando leche a euro y volando a 100, otros, la mayoria parece que se han cansado de ese modelo, o no se pueden permitirse ese modelo, o simplemente prefieren por cada 10 cartones de leche pagarse un viaje en avión. Por ello, Mercadona se ha convertido recientemente en la primera distribuidora alimentaría española y por eso Ryanair vende billetes como si fuesen churros.

Pero es que quizá mucha gente se creyó que la martingala de "valor añadido" iba a funcionar eternamente, pero la gente, aunque muchas veces lo parezca, no es gilipollas del todo. Porque muchos de los clientes del bajo coste, antes lo eran del modelo tradicional y viajaban en Iberia, en British o en Air France, y pensaban que recibían un "valor añadido", igual que el que compraba "Central Lechera Asturiana", hasta que un día le perdieron la maleta, hasta que un día lo dejaron tirado en el aeropuerto, o hasta que un día la leche estaba amarga ...

Porque esa es la gran putada del "valor añadido" como "cobras más" por que das "valor añadido", el cliente "espera más". Sin embargo, nadie espera "milagros" de Ryanair, o de la leche de Mercadona, que ni baja el colesterol, ni te da más vitaminas de las que necesitas en una semana ... y precisamente ese es el secreto de su éxito, hacen lo que esperas y lo hacen a un precio realmente bueno.

Evidentemente el valor añadido es algo real y tiene cabida en sectores donde es apreciado, en sectores donde la excelencia es parte fundamental del proceso: industria, tecnología, sanidad. Pero en el mercado del gran público, y en sectores totalmente regulados, como son la alimentación o el transporte, ¿cómo puedo yo, o quien sea, valorarlo como consumidor
?

¿Cual es el valor de que no me intenten vender un rasca o un paquete de cigarrillos sin humo en un vuelo que me ha costado menos que el paquete de cigarrillos? ¿Cual es el valor de que el vuelo salga a las 20:00 de la noche en vez de a las 14:00 de la tarde si por lo que me he ahorrado me pago 3 noches de hotel? En definitiva, ¿cual es el valor de un L-Casei Inmunitas, si con lo que cuesta el paquete me compro 6 kilos de naranjas que son muy buenas para el resfriado? ¿Vale un euro? ¿Vale 10? ¿Vale 100?  

La respuesta es bastante simple, vale lo que el cliente esté dispuesto a pagar, ni más, ni menos. Quizá en otros tiempos de esplendor, un L-Casei Inmunitas, se cotizaba a céntimo la bacteria pero ahora su precio ha caido dramáticamente. Quizá en tiempos de esplendor, volar con Iberia a las 10 de la mañana y que te diesen una cocacola, valía 100 euros.

Pero ahora, en vez de valor añadido, el consumidor lo que quiere es "el valor reducido" o dicho de otra forma el "servicio mínimo". Y el que hace "servicios mínimos" triunfa. Y ojo, como el cliente no es idiota, no vale "hacer mierdas muy baratas", el cliente quiere "un servicio mínimo", es decir, el cliente quiere "lo que compra, pero nada más". 

Por eso triunfa la leche a 50 céntimos y por eso triunfan los vuelos a 5 euros, porque la mayoría de consumidores quieren leche y aviones, no vitaminas a+c+e y cocacolas gratis.